Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


1289
Legislatura: 1888-1889 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 14 de diciembre de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Gamazo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 12, 212-214
Tema: Interpelación del Sr. Romero Robledo sobre la solución dada a la última crisis ministerial

Pocas palabras voy a pronunciar para contestar a mi distinguido amigo el Sr. Gamazo.

En cuanto al programa político que ha expuesto, no tengo que decirle nada, porque es el programa político que, si no tan elocuentemente como S.S., a lo menos como he podido, he expuesto aquí varias veces, y que es el programa del partido liberal. (El Sr. Gamazo: No he expuesto programa). Pues lo ha parecido por las diversas cuestiones que S.S. ha tratado.

Respecto a las líneas generales acerca de las aventuras que pudiera correr el partido liberal y de las consecuencias de ciertas evoluciones para el porvenir, tan explícito como ha estado S.S. esta tarde lo estuve yo en la de ayer contestando al Sr. Romero Robledo, que es el único que se ocupó de este punto.

Nada, pues, tengo que añadir. El partido liberal no puede ir por esos derroteros, y no irá, en bien de la Monarquía y en bien de la Patria. Pero fuera de esto, yo declaro que no sé para qué ha hablado S.S.; porque si yo he dicho que no había aludido al hablar de mayorías numerosas y de buenas mayorías, y al decir lo que es axiomático, lo que no puede menos de decir todo hombre político, y sobre todo, el que ha ejercido las funciones de gobierno, que más que mayorías numerosas convienen buenas mayorías, sin hacer alusión a nadie, ¿a qué la explicación que S.S. ha dado de la conducta de sus amigos? (El Sr. Gamazo: Porque lo han creído los adversarios). Pues los adversarios han hecho mal en creerlo, si lo han creído. (Varios Sres. de las minorías: No lo ha creído nadie). Dicen que no lo ha creído nadie. Pues como no existía alusión para unos ni para otros de los que componen esta mayoría (y yo insisto en quererlas más buenas que numerosas), no había necesidad de dar explicación ninguna.

Pero S.S., para dejar terminantemente sentado que no había podido referirme ni a sus amigos ni a S.S., francamente, ha empleado un procedimiento que he sentido mucho, porque S.S. para eso ha tenido que definir el tipo perfecto del Diputado ministerial, y ha venido de consecuencia en consecuencia a deducir que sus amigos, a pesar de esa votación a que no me he referido, son los mejores de la mayoría, y eso no? (El Sr. Gamazo pronuncia algunas palabras que no se oyen).

¡Ah, Sr. Gamazo! Es que S.S. ha dicho que los que se condujeron de esa manera que yo no definía ni calificaba, esos de la mayoría que no reciben gracias, pero que votan en otras cosas con el Gobierno, como si los demás no votaren, eran los mejores. (El Sr. Gamazo: No he dicho eso).

No; yo entiendo que los amigos de S.S. son tan buenos como los demás de la mayoría, pero no son los mejores; y dado el tipo ministerial que S.S. supone, todavía a mí me parecen mejores los que han votado la candidatura del Gobierno que los que han votado en contra. Esto es de todo punto evidente, sin ofensa par nadie. Si no me referí a nadie el otro día, tampoco me refiero hoy. Yo he querido poner los puntos sobre las íes, no vamos a sacar la consecuencia de que, después de todo, los amigos de S.S. son los mejores Diputados de la mayoría. Vamos a colocarlos, por lo menos, a la misma altura que los demás.

Dentro de la mayoría puede haber, y hay, y ha habido siempre, diferentes matices en las cuestiones económicos. Jamás ha sido lema de ningún partido, al menos hasta ahora, y en este punto también se equivoca el partido conservador, porque aunque ha levantado la bandera proteccionista como programa de partido, todavía tiene en su seno muchos conservadores que están muy lejos de ser proteccionistas; jamás ha sido lema de ningún partido el resolver las cuestiones económicas con el criterio librecambista o con el proteccionista. En el partido liberal ha habido siempre diferentes opiniones sobre este punto, y el partido liberal se ha mantenido perfectamente. El antiguo partido progresista tenía en su seno muchos proteccionistas, mientras que el partido conservador tenía algunos librecambistas, sin que eso fuera obstáculo para nada.

En eso estábamos conformes el Sr. Gamazo y yo: S.S. y los amigos que le acompañan hacen muy bien en tener las convicciones que profesan respecto de las cuestiones económicas; pero me va a permitir el Sr. Gamazo que le haga observar una cosa. No se trata en el caso actual de las ideas que Diputados de la mayoría puedan tener respecto de las cuestiones económicas, sino que se trata de una cuestión de conducta, de procedimiento y de disciplina, que ha podido disgustar y que ha disgustado a algunos señores Ministros que no quieren verse desobedecidos en asuntos que ellos recomiendan.

Esto es lo que ha pasado: se trata de una cuestión de gobierno, como es la de los presupuestos, y el Gobierno, en uso de su derecho, establece ciertas candidaturas que el Ministro de la Gobernación, como director, digámoslo así, de la mayoría, y el Ministerio de Hacienda, como jefe del departamento de este nombre y como Ministro que ha de responder de los presupuestos, recomiendan a la mayoría.

Pues es evidente, Sr. Gamazo, que si a esa recomendación de dos Ministros responden los individuos de la mayoría haciendo lo contrario, no me parece [212] que esos dos Ministros y el Gobierno entero deben quedar muy satisfechos de los Diputados que responden de esa manera a las indicaciones del Gobierno.

Pero no es eso lo más malo; todavía puede pasar esto, porque se han visto cosas análogas en todas las mayorías; que por aficiones, por compromisos, o porque algunos creen que de derecho les corresponde estar en ciertas Comisiones, sin tener en cuenta que todos los Diputados están en el mismo caso y que todos tienen el mismo derecho, ministeriales, por lo demás muy buenos, han formado una candidatura para derrotar la propuesta por el Gobierno. Eso tiene sus inconvenientes; pero tiene, sobre todo, uno muy grande para la organización interior de los partidos, porque solamente a costa de la severidad de la disciplina puede suceder que personas importantes de un partido aconsejen a sus correligionarios que falten a la candidatura que el Gobierno les ha recomendado, porque eso es excitar, eso es, en una palabra, crear la indisciplina, porque así se acostumbra a los Diputados a no dar importancia a la seriedad de su representación, ni al deber de seguir las indicaciones del Gobierno si han de ser verdaderos ministeriales, y verdaderos ministeriales del tipo que el Sr. Gamazo nos ha pintado con tanta elocuencia.

Porque, señores, ¿qué duda tiene que eso puede molestar y que tiene que molestar al Gobierno? No cabe dudarlo, puesto que eso mismo alegra a las oposiciones y les sirve de motivo para decir que la mayoría está indisciplinada y que el partido liberal no puede seguir gobernando; y todo lo que sea dar ocasión a esto, es obrar mal, es ir contra la disciplina, es perjudicar al partido y dar fuerza a las oposiciones.

De eso es de lo que yo me lamento; porque, al fin y al cabo, esa manera de combatir unas candidaturas y de hacer triunfar otras, es poco edificante, no ya por lo que perjudica a la disciplina, sino por lo que afecta a la seriedad de los representantes de un partido. Y ahora, hablando en tesis general y sin dirigirme a nadie, diré que esto de sacar triunfantes candidatos distintos de los que el Gobierno recomienda, no puede hacerse sino traficando votos con las oposiciones, ofreciendo un voto a cambio de otro y aprovechando para estos arreglos el secreto de la urna, lo cual no me parece serio ni digno de los representantes de un partido.

Por lo demás, yo puedo decir al Sr. Gamazo que hice los mayores esfuerzos para convencer a los Sres. Ministros que se me quejaron y que vieron en aquellas votaciones la prueba de que una parte de la mayoría no les era adicta; yo hice los mayores esfuerzos para que no dieran al asunto tanta importancia; pero ellos se la dieron, creyendo que sus personas, no por su personalidad precisamente, sino por las ideas que hubiesen emitido o por las resoluciones que de ellos se esperaran, eran motivo u ocasión a esas divisiones o diferencias; y como no querían ser causa de ninguna disidencia, ni ocasión para que esas cosas volvieran a suceder, creyeron que su salida del Ministerio lo evitaría, pensando así hacer un gran favor al partido liberal.

Por esto resulta que, sin quererlo el Sr. Gamazo ni sus amigos, han venido a traer una perturbación en la política y en el Gobierno del partido liberal; porque, diga lo que quiera el Sr. Gamazo, sin su voluntad, a su pesar, contra su opinión, el hecho es que la crisis ha venido, y ha venido precisamente por esas combinaciones y por ese juego de papeletas realizado en el secreto de la urna. Y eso reconoce el Sr. Gamazo que produce graves males al partido, porque cuantas menos crisis, cuantas menos modificaciones ministeriales haya, mejor y más normal aparece la marcha de los Gobiernos, más formalidad demuestra la mayoría y más fuerza tiene el partido liberal para marchar por el camino de la gobernación del país.

Pero es que lo ocurrido trae, además, otro mal que también ha reconocido el Sr. Gamazo, y es, que el cambio de Ministro de Hacienda es muy inconveniente y perjudicial para las medidas que sea necesario adoptar en bien del país, y para resolver la crisis económica que estamos atravesando. Mañana trae un proyecto de ley el Sr. Ministro de Hacienda, y otros señores de la mayoría, con el mismo derecho con que han procedido algunos que en la elección de Comisiones en la reunión de Secciones pasada faltaron a la candidatura que el Sr. Ministro deseaba que votaran, la derrotan, o ve que una parte de la mayoría no le es adicta y no obedece sus indicaciones; el Ministro de Hacienda, pregunto yo al Sr. Gamazo, ¿qué va a hacer? Lo que el Sr. Puigcerver: se irá. Ya ve el señor Gamazo cómo esas cosas producen estos inconvenientes que son necesarios evitar a todo trance.

Por lo demás, claro está, se trata de una cuestión económica que no es política, y por lo tanto, los que han faltado a la candidatura del Gobierno creen que no han hecho nada, y los que esto creen pueden ser algunos que entienden que no me faltaba a mí, sin hacerse cargo de que en estas cuestiones de gobierno al primero que se falta es al Gobierno; que todas estas cuestiones son gravísimas; que no se pueden considerar del modo ligero como se han considerado hasta aquí, desde el momento en que pueden producir, como ahora han producido, la salid de algunos Ministros, y que además de quebrantar a la situación quebrantan al jefe del Gobierno, del que alguno me ha dicho al darme explicaciones "que no iba nada contra el Presidente".

Y eso no se puede hacer, eso no se debe hacer, porque aparte de que el que lo hace trabaja contra el Gobierno, y sobre todo contra el Presidente, da un mal ejemplo. Hoy se hace por una cuestión económica, y mañana, como se ha introducido la costumbre, por una cuestión política, por una cuestión militar y por una cuestión más grave y más trascendental para el país. Es necesario declarar que el procedimiento no es bueno, que no le conviene a ningún partido, que no conviene siquiera a la seriedad de los señores representantes del país. (El Sr. Gamazo: Pido la palabra).

Por lo demás, yo no he dado preferencia sobre la cuestión económica a ninguna cuestión; yo he dicho que es urgente la militar, y he afirmado que puede serlo, en efecto, como cuestión política, la del sufragio.

¿No ve el Sr. Gamazo que no pasa día sin que el Gobierno se ocupe en resolver algún problema económico en bien de la agricultura? ¿No ve el Sr. Gamazo que el Gobierno ha hecho por decretos todo lo que por decretos ha podido hacer, llenando constantemente este verano las columnas de la Gaceta con reformas importantes y de trascendencia? ¿No ve el Sr. Gamazo los apuros que está pasando el Gobierno para introducir economías, y cómo va poco a poco introduciéndolas? ¿No ve el Sr. Gamazo los sinsabores y dificultades por que pasan los que han sido sus [213] compañeros y hoy son sus amigos y correligionarios, cuando tratan de hacer economías, porque en el instante mismo en que se anuncia la modificación de un servicio, los pueblos, las provincias y los Diputados tratan de impedir que la modificación se haga y la economía se lleve a efecto?

Lo que hay es que la cuestión económica presenta muchos aspectos y no puede ser resuelta en un día. ¿No recuerda el Sr. Gamazo la baja de las tarifas de los caminos de hierro? ¿No recuerda S.S. el recargo de los alcoholes para evitar el fraude de los vinos, con lo cual ha vuelto a restablecerse el comercio de nuestros buenos y abundantes vinos, que se había paralizado por la falsificación y por el descrédito que había venido sobre los viticultores? ¿No recuerda S.S. la creación de las estadísticas agrícolas, como medio de creación establecer mejor nuestras relaciones con el comercio exterior? ¿No recuerda, en fin, el Sr. Gamazo, otras muchas medidas que el Gobierno ha adoptado y que no necesito ahora enumerar? En cuanto a lo que depende de las Cortes, ¿no recuerda el Sr. Gamazo que se han presentado el proyecto de crédito agrícola, el de ferrocarriles secundarios y otros varios que tienden a favorecer la agricultura y a resolver la crisis económica por que atraviesa el país?

Lo único que no hemos realizado es la transformación de la tributación, porque eso no se puede hacer en un instante. Eso es muy delicado, eso hay que hacerlo paulatinamente, y a eso me refería yo. Pues ¿cómo se quiere variar el sistema de tributación y llegar a la nivelación de las cargas en un día, en un mes, ni en un año? ¿Quién pretende hacer eso, a no ser insensato, para acabar con el crédito público y con los rendimientos de la Hacienda? Pero en ese camino vamos, y lo único en que nos hemos detenido ha sido en la evaluación de los aranceles para que no entren granos extranjeros.

Pues bien, afortunadamente, esa medida ni ha sido necesaria, porque apenas entran granos extranjeros, hasta el punto, sr. Gamazo, de que el presupuesto de ingresos está sufriendo una baja de más de 5 millones de pesetas, porque apenas, repito, han entrado granos extranjeros.

De manera que la elevación de los aranceles para impedir la importación de trigos extranjeros, que es la única de las medidas patrocinadas por S.S. que no hemos querido adoptar, no ha sido necesaria, y afortunadamente los hechos nos han venido a dar la razón, porque no entre trigo extranjero, lo cual será muy bueno para el agricultor español, y con eso se satisface el Gobierno, pero es muy malo para la Hacienda pública, porque tendrá un déficit, por ese concepto, de muchos millones de pesetas.

Por consiguiente, el Gobierno, Sr. Gamazo, le agradece mucho el consejo de amigo, mucho más que el consejo de adversario, aun cuando se dice que del enemigo el consejo. En realidad no lo necesitaba, y eso lo conoce S.S.; porque sabe bien el Sr. Gamazo que el Gobierno está perfectamente enterado de la situación en que se encuentra el país; que le afecta mucho ese estado, y que hace todo cuanto puede para ponerle remedio; que no está satisfecho de todo lo que se ha realizado, pero que ha hecho cuando ha podido.

Claro está que hubiera querido hacer más, que está dispuesto a hacer más, que continuará haciendo; que en celo, en buen deseo y en buena voluntad para realizarlo, no le ha de ganar nadie, ni amigos ni adversarios. Yo he de decir al Sr. Gamazo que, hasta ahora, ningún Gobierno ha hecho, no digo más, sino ni tanto. No hablemos de los Gobiernos adversarios; refiriéndonos sólo a los Gobiernos amigos, puede asegurarse que ninguno ha hecho tanto como el anterior; y si el actual sigue sus huellas, como indudablemente las seguirá, ni el Sr. Gamazo ni nadie tendrá pretexto siquiera para apremiar al Gobierno y exigirle que resuelva en un día lo que necesita tiempo y espacio; porque no hay que olvidar que es deber del Gobierno atender por igual a los varios y aún encontrados intereses que constituyen el interés general de la Nación; porque el Gobierno no lo es sólo de una provincia o de una región, lo es de la Nación entera, y debe atender a todos los intereses con igual solicitud y el mismo esmero. (Muy bien, muy bien). [214]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL